El edificio de la estación de Atocha, construido para la compañía ferroviaria MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), fue inaugurado el 9 de febrero de 1851 con el nombre de Estación de Mediodía (Estación del Sur) o Embarcadero de Atocha. Era la primera estación de tren de Madrid. Hubo varios intentos anteriores de construcción de una línea de ferrocarril con destino a Aranjuez, como ofrecimiento a la realeza, pero que no fructificaron, principalmente por problemas económicos.
Inicialmente es una estación modesta con un principio básicamente dedicado a viajeros, que se encuentra fuera de los límites de la ciudad. Se halla rodeada de imponentes edificios como la Basílica de Atocha, el Hospital de San Carlos (actual museo Reina Sofía), el Ministerio de Agricultura y el Jardín Botánico entre otros. En esa época, la zona estaba repleta de murallas que cobijaban la ciudad, para lo que el Ayuntamiento de la época debía buscar soluciones que facilitaran el paso y mejoraran las vistas de una zona muy degradada por tratarse de huertas y arrabales.
Posteriormente, la estación o embarcadero de Atocha, como se conocían entonces estos recintos, pasaba a ser la cabecera de un proyecto de línea hasta Alicante, con una fase inicial hasta Almansa, en Albacete y después, otra concesión hasta Alicante. Tras estas concesiones para construir la línea, se formó la compañía MZA que al hacer aumentar el tráfico de la estación, ésta, debía adecuar el tamaño para esos incrementos de tráfico. Así, se iniciaban además, las obras para llevar el ferrocarril también a Zaragoza.
El día de la inauguración, se realizó un viaje, en medio de una gran multitud, de un extremo a otro de la línea, Madrid-Aranjuez, de 49 kilómetros, cuyos pasajeros eran la reina Isabel II y su séquito. Fue todo un espectáculo al que acudió infinidad de gente y que los cronistas de la época relataron como algo épico.
Un incendio en 1864 destruyó gran parte de su estructura. En estas fechas, ya se veía claramente lo insuficiente que resultaban las instalaciones de la estación para el tráfico que sufría. En 1888 comienzan las obras de la nueva estación, bajo la dirección de Alberto de Palacio Elissagne, un colaborador de Gustave Eiffel, las cuales duraron cuatro años. La nave tenía 154 metros de largo, 48,76 metros de luz y 27 metros de altura. La cubierta de hierro se construyó en Bélgica con el sistema de estructura rígida tipo De Dion. La estructura quedó cerrada por el extremo que da a la glorieta del Emperador Carlos V, en donde se halla la característica fachada. Está considerada una obra de arte de la arquitectura ferroviaria decimonónica. La nueva estación se inauguró el 8 de diciembre de 1892.
Importantes edificios de oficinas ferroviarias se construyeron a partir de la última década del siglo XIX, y se fueron desarrollando a lo largo de la Avenida Ciudad de Barcelona, edificios que hoy en día se siguen utilizando con la misma finalidad que para la que se construyeron. Otras remodelaciones menores, se sucedieron como cuando en 1921 se conectó la estación con la línea 1 del Metro, en 1957 se retiró el vapor para dar paso a la electrificación y en 1967 se conectó el "túnel de la risa" que comunicaba con la estación de Chamartín.
La última ampliación y remodelación se realiza entre los años 1985 y 1992 (fecha en la que la antigua estación queda fuera de servicio) y es obra del arquitecto Rafael Moneo. El objetivo de la remodelación era cuadriplicar la capacidad de la estación creando un gran intercambiador que acogiera tanto a trenes de cercanías y largo recorrido -entre ellos los trenes AVE a Sevilla-, como metro, autobuses y un aparcamiento. En este periodo, también se desmontó el paso elevado, popularmente conocido como scalectrix, que se había construido en 1968 y tapaba totalmente las vistas de la estación.
Los nuevos edificios fueron diseñados como una nueva terminal situada detrás de la antigua estación, con poca altura para que no compitiesen con aquella. El último tren que salió bajo la marquesina de hierro, fue un Cercanías con destino a Aranjuez el 4 de noviembre de 1988. El viejo edificio, ya sin andenes, fue convertido en un espacio comercial con tiendas, bares, una discoteca y 4.000 metros cuadrados de jardín tropical cubierto.
La unión física de la vieja estación con las nuevas instalaciones la indica la torre del reloj, de ladrillo visto. La nueva terminal tiene un cuerpo cilíndrico de ladrillo visto y cristal, a través del que se accede a las estaciones de cercanías y largo recorrido (en la práctica, dos estaciones diferentes), metro y aparcamiento. Al ser la estación de cercanías subterránea, la cubierta sirve de aparcamiento de vehículos privados, protegido a su vez por una cuadrícula de casquetes esféricos de aluminio. En la estación de largo recorrido, también detrás de la antigua estación, destaca la cubierta horizontal, que se sustenta sobre recias columnas de hormigón.
La estación está comunicada con dos estaciones de Metro, Atocha y Atocha Renfe. Esta última fue añadida cuando se construyó la nueva terminal y comunica directamente con el vestíbulo de la nueva estación.
Antes de la reforma de 1992, la estación daba servicios, principalmente de largo recorrido a las regiones del sur de España. Eran numerosos los largos expresos nocturnos preparados para salir, con el tránsito de pasajeros de un lado a otro, subiendo equipajes, los carros de maletas con su bocina típica circulando con equipajes a lo largo de los andenes. El cartel publicitario de Electrolux, presidiendo en los edificios aledaños y visible desde los andenes.
Esta estación, sufrió los inolvidables y dolorosos atentados del 11 de marzo de 2004 que causaron la muerte a 192 personas por lo que será siempre recordada y desde aquí rendimos un homenaje como recuerdo de aquel trágico suceso.
Fotos: - Estación de Atocha.
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