También conocido como Monasterio de San Felipe el Real, fue fundado el 9 de marzo de 1546 por Fray Alonso de Madrid, padre provincial de la Orden los Agustinos, estuvo situado en la calle Mayor esquina a Esparteros. Su fundación estuvo rodeada de una gran polémica, puesto que tanto el arzobispo de Toledo, Juan Martínez de Silíceo, como varios particulares, e incluso el propio Ayuntamiento –siendo corregidor don Sancho de Córdoba- se opusieron en un principio a su fundación.
Apareció entonces la figura del Príncipe Felipe, futuro Felipe II, quien tomo bajo su protección a los Agustinos, e intercedió para que pudiera ser fundado. Así, el 9 de marzo de 1547, los religiosos tomaron posesión del Convento, que en agradecimiento, fue titulado con el nombre de San Felipe el Real.
En cuanto al edificio, todas las fuentes coinciden en el gran valor arquitectónico que tuvo, especialmente su claustro, realizado por Andrés de Nantes y restaurado por Francisco de Mora entorno a 1600. Según Antonio Ponz, todo él era de granito y piedra berroqueña, de orden dórico, y constaba de veintiocho arcos sobre pilares en cada uno de los dos cuerpos de que se componía.
Pero el elemento más famoso de San Felipe el Real, era sin ninguna duda su famosa lonja, situada sobre unas covachuelas en donde se vendían los más variados productos, y que recibió el nombre de Mentidero de La Villa, lugar en donde se fraguaron los principales rumores de la Corte, y que tantas veces aparecieron en la literatura del Siglo de Oro.
Sufrió un incendio en 1718 y fue reconstruido por Churriguera.
La desamortización de Mendizábal supuso el final de este emblemático lugar del Madrid del Antiguo Régimen. Así, el 13 de febrero de 1836 se ordenó su demolición al encontrarse en estado ruinoso, a la cual se procedió en 1838. Su lugar lo ocupa actualmente las llamadas Casas de Cordero, construidas entre 1842 y 1845.
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