Del edificio podemos decir que, en un principio, se trataba de un conjunto de construcciones variopintas formado por la antigua Ermita y el Humilladero de San Andrés, algunas viviendas y corrales, todo ello entorno a un patio. Lo más interesante era la Iglesia, formaba parte del conjunto del Hospital, cuyas instalaciones muy modestas y de medianas dimensiones, levantada sobre una planta de cruz latina, hacían que continuamente fuera necesario realizar obras de acondicionamiento. En 1590 los claros síntomas de ruina llevaron a Felipe II ha solicitar la reedificación de la nueva Iglesia y enfermería a la Junta del Patronato.
Su material de
construcción principal era el ladrillo revocado, debido a las
deficiencias económicas por las que atravesaba Madrid por aquellas
fechas. La Sociedad madrileña vivía momentos difíciles durante la
última década del siglo XVI, eso unido al traslado de la Corte a
Valladolid en 1601, hizo que se paralizaran las obras. Mientras tanto
parece ser que el culto continuo en alguna de las instalaciones del
Hospital. Una vez que la Corte regresó a la Capital las obras se
reanudaron en 1606. Aunque Francisco de Mora no pudo contar con Diego
Sillero, pues este había fallecido, para el reinicio de las obras,
continuo su labor con el aparejador Francisco de Bara. Las obras de
cantería realizadas por Agustín de Argüelles se limitaban a
cimientos, pilares y arcos que sustentaban la cúpula, el resto de la
edificación era de ladrillo. Su fachada principal, que daba a la
Puerta del Sol, estaba compuesta por dos columnas dóricas, arrimadas
con su cornisamento, situándose sobre ellas un nicho que albergaba
una imagen de la Virgen. Pero quizá el elemento más célebre de su
fachada era un reloj, situado en la parte superior. En 1611, tiempos
de Felipe III se dieron por finalizadas las obras de la Iglesia.
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