Durante el siglo XV,
donde confluían los antiguos caminos que se dirigían a Toledo y
Atocha se fue creando un gran espacio periurbano entre los arrabales
de San Martín y de Santa Cruz que se iban extendiendo extramuros de
la ciudad. Este espacio, conocido originariamente como la plaza del
Arrabal, fue utilizado frecuentemente como lugar donde se celebraba
el mercado principal de la villa, localizándose aquí una primera
casa porticada que tenía la función de regular el comercio de la
plaza. Esta primitiva lonja de comercio es el antecedente de la Casa
de la Panadería que construyera en 1590 Diego Sillero, siguiendo las
directrices del arquitecto Francisco de Mora, una vez que se produjo
una primera ordenación urbana de la plaza con los conocidas derribos
de «las casas de la manzana» en 1580.
En cuanto al edificio, era una composición simétrica de cuatro alturas y planta baja porticada, rematado el último piso en forma de ático y los laterales coronados por torres angulares. El incendio de agosto de 1672, el segundo que se producía en la plaza, destruyó por completo la Casa de la Panadería, por lo que se encargó al arquitecto Tomás Román la realización del proyecto de reconstrucción y a los pintores Claudio Coello y José Jiménez Donoso la decoración interior y los frescos de la fachada. Otro incendio ocurrido en el verano de 1790 arrasó tres cuartas partes de la plaza, aunque se pudo salvar la Casa de la Panadería, siendo su altura y sus trazas arquitectónicas las que vendrían a ordenar el resto del caserío de la plaza en las obras de reconstrucción que al año siguiente emprendió Juan de Villanueva.
Por encargo de Felipe III el arquitecto Juan Gómez de Mora realizó, entre 1617 y 1619, una transformación profunda de la vieja plaza del Arrabal, resultando una plaza rectangular, homogénea en la altura de su caserío e ideal como espacio cortesano de representación. En el centro del lado norte de esta plaza, que desde entonces y salvo en algunas pocas ocasiones se ha venido llamando plaza Mayor, Gómez de Mora consiguió integrar el edificio de la Casa de la Panadería modificando tan sólo su planta baja, aunque su altura era inferior a la del resto del caserío que conformaba la plaza.
En la parte superior
centrada de la Casa de la Panadería se encuentra un escudo de España
con las armas en tiempos de Carlos II, llama la atención la ausencia
de las armas de Portugal, recientemente independizada del Reino de
España. El escudo está compuesto por las armas de Castilla y de
León, en el primer cuadrante; las armas de Aragón y Sicilia, en el
segundo; las armas de Austria y de la Borgoña moderna, en el
tercero; las de la Borgoña antigua y Brabante, en el cuarto, las de
Flandes y las de Tirol en el escusón de abajo y el símbolo de
Granada en el centro del escudo. Las armas de Portugal se habrían
situado en el escusón de arriba, entre las de Castilla y León y las
de Aragón.
Con posterioridad se han
repetido en el edificio obras de remodelación interior y
restauración, siendo muy conocida la que realizó en 1880 el
arquitecto Joaquín María Vega.
En 1988, el Ayuntamiento
de Madrid convocó un concurso público restringido para acometer la
decoración de la fachada, debido al gran deterioro de las pinturas
que había realizado el pintor y ceramista Enrique Guijo en 1914. A
ese concurso fueron invitados los artistas Guillermo Pérez Villalta,
Sigfrido Martín Begué y Carlos Franco, resultando ganador este
último, con un proyecto basado en personajes mitológicos como
Cibeles, Proserpina, Baco o Cupido, y otras inventadas por el
artista, relacionadas con la historia de Madrid y de la Plaza Mayor.
Los trabajos para pintar los frescos de Carlos Franco se llevaron a
cabo en 1992.
Han sido varios los usos y las instituciones que a lo largo del tiempo se han instalado en este emblemático edificio, pues además de servir como tahona general de la villa, desde 1732 albergó las dependencias del Peso Real, más tarde algunas de sus estancias se convirtieron en sede de las Reales Academias de San Fernando (1745-1774) y de la Historia (1774-1871). En el último tercio del siglo XIX el municipio se hizo cargo del edificio para, en primer lugar, instalar la Biblioteca Municipal y, ya a comienzos del siglo XX, transformarla en la Segunda Casa Consistorial de Madrid y en sede del Archivo Municipal. En la actualidad sigue acogiendo dependencias municipales, y algunas instituciones como el Centro Cultural Mesonero Romanos.
Han sido varios los usos y las instituciones que a lo largo del tiempo se han instalado en este emblemático edificio, pues además de servir como tahona general de la villa, desde 1732 albergó las dependencias del Peso Real, más tarde algunas de sus estancias se convirtieron en sede de las Reales Academias de San Fernando (1745-1774) y de la Historia (1774-1871). En el último tercio del siglo XIX el municipio se hizo cargo del edificio para, en primer lugar, instalar la Biblioteca Municipal y, ya a comienzos del siglo XX, transformarla en la Segunda Casa Consistorial de Madrid y en sede del Archivo Municipal. En la actualidad sigue acogiendo dependencias municipales, y algunas instituciones como el Centro Cultural Mesonero Romanos.
1 comentario:
Cómo se agradecen estas gotas de saber que nos llegan de manera descriptiva y agradable.
Publicar un comentario