miércoles, 9 de octubre de 2013

Iglesia y hospital del Buen Suceso: Edificio

Del edificio podemos decir que, en un principio, se trataba de un conjunto de construcciones variopintas formado por la antigua Ermita y el Humilladero de San Andrés, algunas viviendas y corrales, todo ello entorno a un patio. Lo más interesante era la Iglesia, formaba parte del conjunto del Hospital, cuyas instalaciones muy modestas y de medianas dimensiones, levantada sobre una planta de cruz latina, hacían que continuamente fuera necesario realizar obras de acondicionamiento. En 1590 los claros síntomas de ruina llevaron a Felipe II ha solicitar la reedificación de la nueva Iglesia y enfermería a la Junta del Patronato.

Podemos asegurar que las trazas de la construcción de la nueva estructura fueron obra del estudio del Arquitecto Mayor de las Obras Reales, por entonces Juan de Herrera (1530-1597) pero sus problemas de salud fueron la causa de que Francisco de Mora (1553-1610) fuera participando más en las Obras Reales. Gracias a la documentación existente en la Junta de Patronato Real ya nadie duda de que fue Francisco de Mora quien tuvo una importante participación en las obras y de que la construcción de la Iglesia fue responsabilidad suya y de su colaborador Diego Sillero.

Su material de construcción principal era el ladrillo revocado, debido a las deficiencias económicas por las que atravesaba Madrid por aquellas fechas. La Sociedad madrileña vivía momentos difíciles durante la última década del siglo XVI, eso unido al traslado de la Corte a Valladolid en 1601, hizo que se paralizaran las obras. Mientras tanto parece ser que el culto continuo en alguna de las instalaciones del Hospital. Una vez que la Corte regresó a la Capital las obras se reanudaron en 1606. Aunque Francisco de Mora no pudo contar con Diego Sillero, pues este había fallecido, para el reinicio de las obras, continuo su labor con el aparejador Francisco de Bara. Las obras de cantería realizadas por Agustín de Argüelles se limitaban a cimientos, pilares y arcos que sustentaban la cúpula, el resto de la edificación era de ladrillo. Su fachada principal, que daba a la Puerta del Sol, estaba compuesta por dos columnas dóricas, arrimadas con su cornisamento, situándose sobre ellas un nicho que albergaba una imagen de la Virgen. Pero quizá el elemento más célebre de su fachada era un reloj, situado en la parte superior. En 1611, tiempos de Felipe III se dieron por finalizadas las obras de la Iglesia.

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